viernes, 9 de noviembre de 2012

Pies fríos

Desde el 5 de agosto no pasaba por aquí. Ahora hace frío y pienso que tendré que amputarme los pies como los escaladores que acaban sin dedos a causa del frío. Agosto ha quedado muy atrás, como tantas otras cosas que creía invariables aquel día. Cae la lluvia y se lleva por el alcantarillado mis preceptos más universales.

Nueva ciudad, nuevos compañeros de viaje, nuevos caminos. Hay tantas cosas nuevas que ya no sé que queda de mi antiguo yo, tampoco es algo que me obsesione, de hecho, lo único por lo que me preocupo ahora es por el frío, ¿os he dicho que ya no siento los pies? Todo es nuevo para mí, apenas hace un mes que llegué aquí y aun no se moverme, aunque ahora solo quiero tener los pies quietos y que se calienten.

Cuando llegue el calor espero que las cosas cambien, que ya no considere nada de esto nuevo y, en cierta medida ajeno a mi persona, ya veremos que nos depara la vida aquí, en este lugar tan repleto de humanos como ningún otro sitio en el que he estado antes. Demasiado grande, demasiada gente, mucho por andar y pocos calcetines abrigados para mis pobres patitas.

Si bien aun no sé qué es lo que me gusta de verdad, en todas sus facetas y temperaturas, ya hay algunas cosas que despuntan (tanto para bien como para mal). A lo bueno hay que darle tiempo, cocinarlo bien, para poder sacarle el máximo partido. Las cosas malas... bueno, un golpe en el dedo pequeño del pie es inevitable, no todo iban a ser zapatillas mulliditas y calentitas.

La palabra 'demasiado' aun está muy presente, cuando todo se aclare irá desapareciendo, tomando otros matices, otros colores y temperaturas, pero, por el momento, aun es demasiado pronto y la falta de costumbre al clima hace que andemos con los pies más fríos de lo que nos conviene.


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