sábado, 12 de noviembre de 2011

de vasos y pantanos

Por mucho que un entendido en anatomía quiera discutirme, los humanos están compuestos por infinidad de cavidades de distintas formas y tamaños, según su utilidad. Entre estas cavidades además se encuentran diferentes territorios con límites bien marcados y diferenciados.

El funcionamiento es bastante simple, las personas funcionan de manera adecuada mientras que las personas de su alrededor no crucen las líneas ni las diferentes cavidades no se encuentren al límite de su capacidad. Cuando se desestabilizan algunos de estos elementos se resiente el conjunto, un ejemplo más de que el todo no es la suma de las partes.

No hay una única solución posible para restaurar el sistema, las soluciones son tantas como cada uno quiera aplicar, ya que ni siquiera todas esas cavidades funcionan de la misma forma dentro de cada persona, aunque alejarse de la fuente que inunda estos huecos suele ser una opción acertada.

Algunas de ellas, aunque se vacíen, dejan un poso en su interior que hace que cada vez su capacidad sea menor. Otros funcionan como esponjas y absorben todo lo que pueden, y más, con lo cual, cuando se pudre sale a la luz palabras y acciones que hace mucho dejaron de tener sentido.

Por el contrario hay otros que con el paso del tiempo se van desgastando, ampliándose, ganando capacidad para futuras ocasiones. Estos suelen ser los menos, la paciencia es algo que se va agotando en muchos casos, no se puede aprehender en la mayoría de los casos.


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