martes, 15 de noviembre de 2011

Salamanca

Durante unos días paso mi tiempo en la provincia de Salamanca. Para mis queridos visitantes americanos, asiáticos y europeos les diré que se trata de una provincia del norte de España.

Su clima tiene poco que ver con las cálidas temperaturas sureñas a las que estoy tan acostumbrado. Pero en este castillo en el que me encuentro, pegado a la chimenea que siempre chisporrotea y llena la sala de calor, puedo decir que me encuentro a gusto. Más cerca a lo que conocí en mi tierra helada natal.

El clima es un gran molde de la personalidad y la gente de la zona sabe enfrentarse de buena manera al frío 'hoy no hace mucho frío, mañana cuando deje de llover si que lo hará', cuando estando a 7º te dicen eso... te das cuenta de que los conceptos son cada vez más arbitrarios.

Lo bueno de los viajes es que dejas bastante lejos todo aquello que no quisiste meter en la maleta. Por otro lado, se van contigo personas que físicamente tampoco pueden estar contigo, sobre todo ahora con las nuevas tecnologías al servicio de la comunicación. Pero toda maleta que se precie nunca está completa. Siempre hay algo que olvidamos en casa y que hace que el viaje no esté completo.

Mi maleta está casi completa. Las cosas que se quedaron olvidadas son imperceptibles, aquí he encontrado otros objetos que los sustituyan pero, hay un problema... y es que hay veces que aunque uno no quieran aparecen en el equipaje algo que no se quería llevar, que hace que todo pese demasiado y se pierdan las ganas de seguir viajando. Pero a pesar de ello, seguiré como hasta ahora, al menos lo intentaré, por mucho equipaje de más que tenga que llevar. Sino, siempre podré tirar de mensajería urgente para que se lo lleven.

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