jueves, 24 de noviembre de 2011

Imparcialidad

Hay una frase, que leí en algún momento que ya no recuerdo, que decía algo como 'No comparto tu opinión, pero daría la vida por defender tu derecho a expresarla'. Los humanos siempre andan defendiendo derechos como la libertad de expresión del prójimo, ya sea su vecino o el último habitante de Camboya.

El problema llega cuando en lugar de matar por el derecho que uno tiene a dar su opinión, mata por el derecho a callarla. Los españoles acaban de pasar por las urnas para elegir al próximo presidente de su gobierno. La explosión de las redes sociales e internet han hecho que, prácticamente en tiempo real, todos y cada uno que quisiera podía ofrecer su visión del asunto.

Los debates se multiplicaban por cualquier lugar del ciberespacio. Pero siempre bajo unos mínimos... en el momento en el que alguien realizaba un comentario en el que se salía de unos cánones establecidos y estereotipados las charlas se acababan bruscamente. 

Cuanto más sinceras eran las ideas expresadas, o simplemente, más comprometidas ya no deseaban  seguir escuchando. A día de hoy aun hay quién no está acostumbrado a escuchar opiniones reales, hubo incluso humanos que se lanzaban las manos a la cabeza al escuchar ese tipo de comentarios salir de personas conocidas. Como si por el simple hecho de ser famosos no tuvieran la posibilidad de ofrecer sus opiniones para así, evitar herir la sensibilidad de sus seguidores.

Me parece algo absurdo que uno no pueda sincerarse, opinar libremente, expresarse porque la sociedad le pide que sean imparciales, grises, neutros... perdiendo así la posibilidad de que otro pierda la vida por lo que uno quiera expresar.

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